[Croniquilla dedicada a todas las personas que asistieron a la presentación de La represión franquista en el sudoeste de Salamanca (1936-1948)

[Croniquilla dedicada a todas las personas que  asistieron a la presentación de La represión franquista en el sudoeste de Salamanca (1936-1948): alcaldes, concejales y responsables políticos de la Ciudad y su Comarca, compañeros del Centro de Estudios Mirobrigenses y su secretaria Socorro Uribe Malmierca, familiares y vecinos de víctimas, suscriptores y otras personas interesadas por la memoria histórica, algunas llegadas de lejos. De un modo u otro, con su presencia, contribuyeron a un inesperado y estimulante éxito de público, que es complementario de la extensa implicación de mirobrigenses y foráneos en la publicación del libro, cuyos ejemplares, por otro lado, están casi todos vendidos. Dedicatoria agradecida para la prensa digital local y las páginas web del CEM y de Farinatos por la Memoria, que difunden nuestras croniquillas y necrologios].

 

La segunda serie de razias de guardias y milicianos fascistas se centraron en los últimos días de julio contra pueblos que, a imagen de la Ciudad, se habían señalado por sus manifestaciones hostiles al Movimiento: Retortillo, El Bodón, Villar de Ciervo, Robleda y de nuevo Ciudad Rodrigo. Una de las primeras operaciones de los comandos represivos (aludidos el pasado día 21) tuvo lugar en Retortillo. El alcalde republicano Isaías Montero Egido y los concejales se habían negado a entregar el mando municipal a unos individuos fascistas llegados de Vitigudino el día 22. Esto sucedió en el contexto de una huelga que los socios de la Casa del Pueblo (STT) y la agrupación de Socorros Mutuos habían proclamado el día 20 para defender la República. Por ello el día 25 de julio de 1936 (fiesta señera de Santiago, de descanso obligado durante la faenas de la siega) José Vidriales Varas, tres números de la Guardia Civil y cuatro falangistas se presentaron en esta localidad. La Comandancia de Salamanca les había encomendado la misión de efectuar un recorrido con registros, recogida de banderas y detenciones en Muñoz, Martín de Yeltes, Boada y La Fuente de San Esteban. En Retortillo detuvieron a cinco personas que serían sumariados por el procedimiento “de urgencia” en Salamanca, tres hombres y dos mujeres (C.747/36).

A consecuencia de la documentación incautada, estos y otros numerosos vecinos, cargos municipales, sindicalistas y huelguistas fueron procesados entre 1936 y 1937, empezando por el alcalde Isaías Montero, zapatero de profesión, condenado a reclusión perpetua y una sanción de 10.000 pts. (este importe equivalía a la fortuna que por entonces se les calculaba a los labradores “ricos”), juzgado con otros diez (C.878/36). La misma suerte corrieron el concejal Facundo Calderón García y otros seis (C.748/37), así como otros 23 vecinos (C.380/37). Los peor parados fueron tres vecinos que habían huido en la redada del 25 de julio, porque habían oído que a los socios de la Casa del Pueblo los sacaban de la localidad y eran “fusilados por las fuerzas militares y milicias armadas”: Celso Moro, Cristino Bartolomé Martínez y Máximo Muriel. Estuvieron huidos hasta el día 12 de agosto, cuando cayeron en una trampa análoga a los falsos “bandos de perdón” (Espinosa 2006a: 146). Fiándose de la buena disposición, al parecer no fingida, del alcalde militarista, un sargento de Ingenieros retirado, se presentaron en el pueblo, donde fueron detenidos. Los tres fueron procesados, junto con Juan Inés Moro, acusada de haber ocultado entre el estiércol una pistola de su hermano Celso (C.462/36). La joven fue absuelta y los tres varones condenados a muerte en el consejo de guerra (28/09/36) y ejecutados (23/10/36).

En total se ha identificado a más de medio centenar de vecinos represaliados:

-          5 víctimas mortales

-          46 detenidos y presos (informados y procesados)

-          un maestro depurado

-          3 multados (seguramente fueron más numerosos).

 

Las autoridades locales hasta ahora no han dejado constancia de reconocimiento alguno de estas víctimas, ni siquiera de las que fueron asesinadas. Esta es la identificación nominal y socio-profesional del Necrologio republicano de Retortillo:

 

Victorino García Calzada, de 38 años, natural de Boada, hijo de Juan y de Francisca, casado con María del Rosario Sánchez Moro, jornalero; sacado de su domicilio (09/08/36) para Castillejo de Huebra, término de Muñoz, donde fue enterrado fuera del cementerio, en una fosa común, según testimonio de su nieto Victorino García Calderón (ASMJ, inscripción de la defunción fuera de fecha, 26/03/80).

Heliodoro Sánchez Moro, de 25 años, hijo de Julián y de Rosalía, vaquero, vocal de comité de huelga (20/07/36), detenido y preso en Ciudad Rodrigo, aunque no figura en el listado de la cárcel del partido judicial (Desaparecidos 1936). Como su cuñado Victorino García fue de los primeros eliminados clandestinamente (09/08/36), en la misma saca, lugar y demás circunstancias, según testimonio del citado Victorino García, su sobrino nieto (ASMJ).

Cristino Bartolomé Martínez Muriel, de 27 años, hijo de Hermógenes y de Paula, soltero, jornalero, secretario de la Sociedad de Trabajadores de la Tierra (STT), concejal. Huyó a la finca de Pito y Sierro cuando la Guardia Civil y la Falange lo buscaban para llevarlo a Salamanca (25/07/36), fue detenido en Retortillo por los “guardias cívicos”, preso en Vitigudino (12/08/36) y en Salamanca (20/08/36). Un consejo lo condenó a muerte por “adhesión a la rebelión” (28/09/36) y fue ejecutado en el campo de El Marín (23/10/36), siendo enterrado en el cementerio de Salamanca (23/10/36), según la C.462/36.

Celso Moro Hernández, de 31, nacido en Cerralbo, hijo de Nicolás y de Margarita, soltero, jornalero, teniente de alcalde, presidente de la STT, huido, apresado, procesado, condenado a muerte, ejecutado y enterrado en las mismas circunstancias que Cristino Bartolomé Martínez.

 

Máximo Muriel Blanco, de 26 años, hijo de Aniano y de Rosario, soltero, jornalero, vocal de la Sociedad de Trabajadores de la Tierra (STT), huido, apresado, procesado, condenado a muerte, ejecutado y enterrado en las mismas circunstancias que Cristino Bartolomé Martínez.

Croniquilla del verano y otoño sangrientos de 1936: cese de las gestoras republicanas y creación de las milicias fascistas (21/07/2016)   Ángel Iglesias Ovejero

Una vez declarado el bando de guerra en Ciudad Rodrigo, las fuerzas rebeldes usurparon el poder municipal en los pueblos de la comarca. Depusieron a los gestores republicanos y nombraron para los cargos a vecinos adictos a los golpistas en las localidades donde habían detectado conatos de “resistencia” a la Sublevación o, con anterioridad, una marcada exigencia de reformas republicanas por parte de los socios de la Casa del Pueblo. Esta operación violenta, realizada con intervención de oficiales militares y jefes de puestos de la Guardia Civil y de Carabineros, apoyados por gente armada a sus órdenes, llevaría una semana aproximada. La deposición se efectuaría al proclamar el estado de guerra en alguna localidad (desde el día 20 de julio) y la imposición de la comisión militarista se formalizaría al día siguiente, a partir del 21 de julio, como en la Ciudad y en Aldea del Obispo.

De este relevo forzado en Ciudad Rodrigo se encargó Juan Sáez Chorot, capitán de la Guardia Civil y comandante militar provisional de la plaza. El día 21 de julio, de una tacada confirmó la destitución de la corporación legítima (“por haber abandonado la Gestora municipal sus funciones”, lo cual era una mentira manifiesta, pues los gestores legítimos habían sido detenidos por el ejército y los agentes rebeldes) e impuso otra de corte militarista, presidida por Magín Vieyros de Anta, sargento de Infantería retirado. En otras localidades del partido judicial mirobrigense los comandantes de los puestos de la Guardia Civil o de Carabineros efectuaron el nombramiento por delegación de la autoridad militar de la 7ª Región Militar (Valladolid). En teoría el nombramiento de nuevas gestoras incumbía al gobernador civil golpista (primero Rafael Santa-Pau y después Ramón Cibrán, jefes militares ambos), pero a veces actuaban como delegados otros oficiales o personas civiles hasta que fueron cesados el 5 de agosto. En el partido de Sequeros actuaron como delegados para esta misión, además de Ventura Sánchez-Tabernero, marqués de Llén, Antonio Maíllo, jefe de Acción Popular, y Manuel Fuentes, jefe de Falange en dicha localidad.

En la indicada sesión de plenos del 21 de julio, el Cap. Sáez, siguiendo un bando del general Mola fechado en Burgos el día anterior, autorizaba y alentaba a la nueva Corporación para la creación de “una milicia fascista” a base de las Juventudes de las formaciones derechistas, “constituyendo un Cuerpo de Agentes para el mantenimiento del orden” (AMCR, ses., 21/07/36). Con este objetivo serían equipados como los militares, llevando correaje, armamento, distintivos. Los “servicios” que, hasta su disolución en 1939,  prestaron estos milicianos fascistas son de sobra conocidos en general; los detalles se expondrán llegado el caso. Las diversas facciones ya tenían jefes o los tuvieron pronto, aunque solamente Falange y Acción Popular parecían tener una organización bien establecida en Ciudad Rodrigo, con Juan Agustín Calzada Hernández y Lorenzo Muñoz Báez al frente, respectivamente. El alcalde Vieyros en la susodicha sesión nombró jefe de las milicias de la Ciudad a Eusebio Arévalo Vicente, que, por suerte para él y sobre todo para los mirobrigenses, no dejó huellas conocidas de sus “hazañas”,  pues enseguida sería eclipsado por Ernesto Bravo Rivero, alférez de complemento del Rgto. de Infantería de la Victoria (Salamanca), que se hallaba de permiso en Ciudad Rodrigo al iniciarse el Alzamiento. De su eficacia represiva él mismo se hizo pregonero cuando fue procesado y de sus amenazas con la pistola en la mano testificaron las víctimas de sus extorsiones (C.2133/37).

 

Los milicianos fascistas en seguida fueron inseparables acompañantes de los comandos de la Guardia Civil que la jerarquía militar de Salamanca enviaba a determinados pueblos o zonas para los registros domiciliarios, detenciones de republicanos señalados y recogida de “donativos” para el Ejército, que eran multas y verdaderas extorsiones. Las primeras redadas de este tipo se comprueban en torno al 25 de julio en Retortillo y los pueblos de la Sierra. Una vez instalado el terror en regla, en la segunda semana de agosto, los milicianos fascistas practicaban las correrías con más autonomía, sobre todo allí donde no había puestos de la Guardia Civil o de los Carabineros, pero no actuaban por su cuenta. Ellos mismos dejaron claro que, para las ejecuciones extrajudiciales, tenían delegación e incluso órdenes verbales de las autoridades militares y, llegado el caso de ser acusados de “gravísimos cargos”, los consejos de guerra los absolvieron (C.2133/37), a no ser que los jueces instructores hicieran pasar a los victimarios por antiguos izquierdistas (C.728/37).

Croniquilla del verano y otoño sangriento de 1936: el bando de guerra y las primeras detenciones en Ciudad Rodrigo y Saelices  (para 19/07/2016)

La noticia de la sublevación militar contra la II República llegaría a Ciudad Rodrigo y su zona de un modo confuso los días 18 y día 19 de julio. Las autoridades republicanas de la Ciudad, los líderes políticos que apoyaban al Frente Popular y los socios de la Casa del Pueblo estuvieron reunidos en el ayuntamiento para seguir las emisiones de radio, que también escuchaban otros simpatizantes y curiosos. La Guardia Civil se negó a entregar las armas, anteriormente requisadas por orden gubernamental, para que los sindicalistas pudieran defender la República, pero no proclamó el bando de guerra ni impidió hasta la tarde del 19 la salida de coches con emisarios portadores de consignas para una serie de pueblos de la comarca. La corporación municipal y los responsables políticos, con la ayuda de algunos policías y carabineros, consiguieron mantener el orden republicano y trataron de que se hiciera lo mismo en los pueblos. Para ello enviaron a dichos emisarios con la orden de que obstaculizaran el paso de las fuerzas rebeldes y los fascistas que las apoyaban. Así intentaron hacerlo principalmente los sindicalistas de Saelices, El Bodón, Fuenteguinaldo y Robleda, entre otros pueblos.

El día 20 de julio efectivos del Ejército, la Guardia Civil y Milicias Facistas, llegados de Salamanca, proclamaron el estado de guerra (bando del general Andrés Saliquet, El Norte de Castilla, Valladolid, 19/07/36) en Ciudad Rodrigo, Fuentes de Oñoro y Saelices. El mismo día comenzó la represión, pues entonces serían detenidos seis vecinos de la Ciudad y tres de Saelices, que, por orden militar, fueron enviados a la prisión provincial, adonde llegaron otro detenido el día 30 de julio y otros dos el día 3 de agosto, uno de ellos vecino de Salamanca. En total doce, contra los cuales el Cap. Gaspar Holgado enseguida empezó  a instruir un juicio sumarísimo (J.sum.265/36):

 

Joaquín Gaite Veloso, catedrático de enseñanza media, socialista, Luis Sánchez Rivero, agente de Vigilancia, Aristóteles González Riesco, registrador de la propiedad, socialista, gestor provincial, Epifanio Cejudo Cejudo, peatón de correo (Saelices), Eusebio Garduño Alonso, jornalero, socialista (Saelices), Martín Cenizo Calderero, jornalero (STT) , socialista, concejal (Saelices), Vicente Repila Tetilla, carretero, Emiliano Calvo Vallejo, alpargatero, socialista, Aquilino Moro Ledesma, sastre, concejal, de Izquierda Republicana , Domingo Hurtado Martínez, electricista, comunista, Manuel Martín Cascón, abogado, alcalde, de Izquierda Republicana, y Antero Pérez Rodríguez (vecino de Salamanca), abogado, contable, presidente de las Juventudes Socialistas. (Para otros detalles y necrologio se remite a la croniquilla del día 30 de agosto).

 

 

El día 20 quizá serían detenidos también dos jornaleros de Saelices, Aquilino Mateos Blanco y Santiago Sánchez Peinado, respectivamente presidente y secretario del Sindicato de la Tierra (STT), que el día 7 agosto serían ejecutados clandestinamente en la dehesa de Majuelos (ver croniquilla y necrologio del día 8 de agosto).

Croniquillas y necrologios  del verano y otoño sangriento de 1936 en el SO de Salamanca en su octogésimo aniversario (18/07/2016)

 (Ángel Iglesias Ovejero)

 

Hoy se cumplen 80 años del inicio de la represión franquista, que duró en este territorio desde el bando de guerra (19 de julio de 1936) hasta el fin de la Dictadura, pero sus efectos se han hecho sentir hasta hoy. Por ello, como prometíamos el 14 de abril pasado, es buen momento para tratar de dar un paso más en el reconocimiento de sus víctimas, ya iniciado con el homenaje a las víctimas de Casillas de Flores el día de ayer. Con ello no se trata de fomentar el odio (¿contra quién, contra los represores muertos impunes?), como los tardo-franquistas quieren hacer creer a los incautos, al tiempo que aprovechan la ocasión para dárselas de mansos corderos y de enviar “generosos” perdones (que no les cuestan nada, porque regalan lo que no es suyo, después de haberse cobrado con creces, durante cuarenta años, las deudas a que fueran acreedores en otras partes, si es que realmente las tuvieron) y pavonearse de la buena educación que han recibido y lo buenos que son. Las víctimas republicanas de esta zona nunca fueron perdonadas, ni vivas ni muertas, sino injuriadas, negadas y olvidadas oficialmente. Ellas y sus familiares tienen derecho a una dignificación de su memoria, que es un deber que incumbe a todos los demócratas. Y para cumplirlo es necesario que éstos sepan lo que pasó, sin tapujos, hasta donde sea posible. Los negacionistas y olvidadizos pueden seguir por su camino, derramando lágrimas de cocodrilo si lo desean (en realidad ni olvidan ni perdonan, como lo prueban las cruces de los “caídos por Dios y por España”, que no fueron otra cosa que carne de cañón en una guerra promovida por Franco y los suyos, cuyas nóminas encabezan a veces el yugo y las flechas, así como el nombre de José Antonio Primo de Rivera, todos ellos todavía “presentes” en numerosos pueblos, a pesar de su ilegalidad). Nosotros seguiremos exactamente el sentido contrario: contra la negación y el olvido, sin odio, porque no tenemos adversarios ni energía para ello, y sin perdones históricos, porque no tenemos delegación de nadie para impartirlos.

A grandes rasgos los avatares de la guerra y la represión en la provincia de Salamanca han sido analizados por Santiago López y Severiano Delgado. Sobre la primera hay poco que contar. No era posible la resistencia, sin armas, contra los enemigos de la República, los rebeldes del Ejército, la Policía, los Institutos armados y las Milicias fascistas, también armadas enseguida, si es que sus miembros no lo estaban ya antes del Alzamiento, como sucedía con los falangistas y japosos (Juventudes de Acción Popular) de Ciudad Rodrigo en la primavera de 1936. El terror fue el germen del Nuevo Estado, que ya se cobró las primera víctimas el día mismo de la proclamación del estado de guerra en Salamanca (19/07/1936). Pero el conocimiento de los hechos y de sus agentes y pacientes durante mucho tiempo fue obstaculizado por el miedo y las políticas de la memoria hasta finales del siglo XX (F. Espinosa 2006): la “negación” durante toda la Dictadura, el “olvido” en la Transición (1977-1981) y la “suspensión” de actividades de reconocimiento después (1982-1996). Con la apertura de los archivos militares se pudo analizar la “represión legalizada”, pero no la “extrajudicial”, que fue la más extendida en los pueblos de la comarca mirobrigense en 1936. Este fue el motivo básico de nuestro trabajo sobre La represión franquista en el sudoeste de Salamanca (recientemente editado por el Centro de Estudio Mirobrigenses y cuya presentación está prevista para el próximo día 23), que, además de los obstáculos previstos, se encontró con la cantinela de que la memoria histórica, apenas “resurgida”, ya se daba por superada y obsoleta (“¿qué queremos eso?, ya hace mucho tiempo que pasó”).

En gran medida este trabajo se basa en información oral y escrita relativa a unas sesenta localidades del SO de Salamanca afectadas por la violencia de Estado entre 1936 y 1948, período en que estuvo vigente el estado de guerra. Así se comprueba que las represalias se centraron en una veintena de pueblos, donde los represores habían detectado una fuerte implantación sindical y arraigo republicano, manifiesto en los intentos de aplicación de las reformas (sobre todo la reforma agraria) antes del Movimiento, los conatos de oposición al producirse el mismo o de desafección después. Por esta razón los ayuntamientos de las aludidas localidades fueron invitadas a colaborar en la edición del libro, cosa que hicieron las corporaciones de Aldea del Obispo, El Bodón, Ciudad Rodrigo, Fuenteguinaldo, Mogarraz y Robleda. En los otros municipios dieron la callada por respuesta (porque, al parecer, la mezquindad y el olvido son compatibles con la falta de cortesía). Tampoco quiso colaborar la Diputación de Salamanca, confirmando así que esta provincia es la más negada para el reconocimiento de la memoria de la represión en la Comunidad de Castilla y León, que tampoco ha sido pionera en ese sentido. Sin embargo, no sería justo privar a los vecinos de dichos pueblos (ni a otros posibles interesados) del conocimiento de lo que pasó en ellos a partir del 19 de julio de 1936. En consecuencia, aquí nos proponemos recordar brevemente las principales efemérides (o lo que deberían ser efemérides recordadas), a modo de crónica fragmentaria sobre la violencia ejercida contra ciudadanos indefensos, principalmente en el primer año de la guerra civil.

Las principales referencias bibliográficas son las ya mencionadas: Santiago López García y Severiano Delgado Cruz (2001): “Víctimas y Nuevo Estado (1936-1940)”. En: Ricardo Robledo Hernández, coordinador, J-L. Martín, director: Historia de Salamanca. Siglo XIX. Salamanca, Centro de Estudios Salmantinos, 219-324; (2004): “La guerra civil en la comarca de Ciudad Rodrigo”. En: La raya luso-española: relaciones hispano-portuguesas del Duero al Tajo. Salamanca, punto de encuentro. Coed. Diputación de Salamanca, Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo y Centro de Estudios Mirobrigenses, 158-161; (2007): “Que no se olvide el castigo: la represión en Salamanca durante la guerra civil”. En: Ricardo Robledo: Esta salvaje pesadilla: Salamanca en la guerra civil española. Barcelona, Crítica, 99-187. Ángel Iglesias Ovejero: La represión franquista en el sudoeste de Salamanca (1936-1948), Centro de Estudios Mirobrigenses (2016), donde pueden verse otras fuentes y bibliografía (p. 637-663). Para detalles sobre personas represaliadas en la provincia de Salamanca se remite también a la base de datos de la Asociación de Salamanca por la Memoria y la Justicia (ASMJ): salamancamemoriayjusticia.org.

 

Los necrologios responden al objetivo de que los lectores corrijan eventuales errores y señalen detalles y otros nombres de víctimas. La operación ya ha empezado a dar sus frutos en el homenaje de las víctimas de Casillas de Flores, donde Pilar Martín ha confirmado que su tío José Martín fue una de las víctimas mortales, hasta ahora consideradas dudosas.

 

Homenaje a las víctimas mortales de Casillas de Flores en la represión franquista (16/07/2016)

(Ángel Iglesias Ovejero)

Mañana está prevista en Casillas de Flores la colocación de una placa con los nombres de las víctimas mortales de esta localidad en la represión franquista, que hasta ahora no han tenido ninguna forma de  reconocimiento por parte de las autoridades locales ni de ninguna otra de la provincia de Salamanca y la Comunidad de Castilla y León. El homenaje, en el que sería deseable la presencia de la corporación municipal, se debe a la iniciativa responsable y generosa de las familias Gómez Álvarez y González Moreiro,

descendientes respectivos de Antonio Álvarez Martínez y de José María Moreiro Ríos.

 

Como anticipo de las croniquillas y necrologios del verano y otoño sangriento de 1936 en el SO de Salamanca, a partir del próximo día 18, se propone aquí el necrologio de Casillas de Flores, con las víctimas mortales hasta ahora identificadas.

 

José María Moreiro Ríos, de 37 años, hijo de Ángel y Cándida, dueño de un establecimiento de bebidas, alcalde republicano, casado con Isabel Gómez Martín, con quien tenía tres hijos menores. Murió “víctima de la guerra” el día 8 de agosto de 1936, según la dedicatoria de su esposa e hijos en la lápida del cementerio de Casillas de Flores, donde está enterrado (Iglesias 2009a). Un expediente de 1979, a instancia de su viuda, con información testifical, corrige la fecha de su muerte y la causa (detención sangrienta en las afueras del pueblo): “el día 13 de agosto de 1936 fue sacado de su domicilio de Casillas de Flores (...) y muerto violentamente [por mano] del hombre” (AMCR, Viudas; RCCdF., act. def. 03/03/80). La fecha del día 8 quizá corresponda a la de un primer intento de detención del que conseguiría librarse provisionalmente, gracias a la ayuda de Ángel Montero Estévez, que a su vez tendría que esconderse en Portugal y sería multado con 50.000 pesetas, de nuevo denunciado en 1941 (C.171/41).

 

Felipe Rastrero Antúnez, de 59 años, hijo de Manuel y Rosaura, sin indicación de profesión, casado con Rosalía González Alfonso, con quien tenía cinco hijos. Falleció “en Casillas de Flores” el día 13 de agosto de 1936, “por motivos de la guerra civil española”, sin indicación del lugar donde fue enterrado, según su tardía acta de defunción  (RCCdF., 29/10/1981, “expediente instado por Dª Celia Rastrero González”). Según testimonios de familiares (CdF 2006), fue víctima de una detención sangrienta en su propio domicilio. Después de un registro, los victimarios le dispararon a las piernas y, cuando se desangraba sin asistencia médica, lo remataron en presencia de su familia (Iglesias 2009a).

 

Antonio Francisco Álvarez Martínez (a) “Portones”, de 36 años, hijo de Manuel e Isabel, jornalero, teniente de alcalde republicano, casado con Julia Moreiro Antúnez, con quien tenía tres hijos menores. Había estado en Francia. Fue detenido por carabineros en presencia de su esposa e hijos. Después de un fugaz paso por la cárcel local (CdF 2009), ingresó en la prisión del partido judicial como “detenido [militar]” a las 20.15 horas del día 30 de julio de 1936. En teoría fue puesto “en libertad” el 8 de octubre; pero de hecho fue objeto de una saca carcelaria (AMCR, Desaparecidos 1936). En un informe policial de 1979 se añade que esta salida en libertad se produjo “en unión de otros que figuran en distinto expediente, sin que conste nada más” (AMCR, Viudas), sin duda en referencia a los vecinos de Fuenteguinaldo también sacados aquel día. Sobre su destino y enterramiento caben diversas conjeturas; el más probable parece la finca de Aldeanueva de Portanobis, término de Castillejo de Martín Viejo. Allí se practicó una exhumación (2010) en la que se hallaron restos de tres víctimas.

 

Antonio Cánovas (o Canovas) Mesa (nat. de Mazarrón, Murcia), de 38 años, hijo de Juan y María de las Mercedes, quizá albañil, presidente de la Sociedad Obrera (STT), casado con Basilisa González Zamarreño, sin constancia exacta de descendencia. Según el acta de defunción tardía, falleció “de muerte violenta” el día 15 de octubre de 1936 en las afueras de Ciudad Rodrigo, sin indicación del lugar de sepultura (RCCR, act. def. 31/01/1981). La documentación de archivo revela que fue detenido el mismo día que Antonio F. Álvarez y, aunque se benefició de una fugaz salida de la cárcel, ambos debieron de compartir los mismos avatares finales de la saca carcelaria y lugar de enterramiento.

 

Timoteo Feliciano Mateos Ríos, de 29 años, hijo de José y Adela, jornalero. Fue detenido el 7 de octubre con los vecinos de Fuenteguinaldo, con quienes ingresó en la prisión del partido judicial y como ellos fue sacado a las 4 horas de la mañana del día siguiente (AMCR, Desaparecidos 1936), siendo asesinado en el camino de Gazapos, cerca del antiguo monasterio de La Caridad. Había estado en Francia, donde tenía un hermano,  Manuel “Penche”, que regresó a España para defender la República (CdF 2007).

 

Manuel Bermejo Hernández (a) “de tio Clico”, de 33 años, hijo de Quirico y Julia, jornalero. Estuvo casado dos veces, primero con María Antonia Palos González (15/11/1926) y después con Manuela Álvarez Lanchas (21/11/1931), prima hermana de Antonio Álvarez, sin que haya constancia de su descendencia (CdF 2008). Sería asesinado en lugar desconocido con posterioridad al 29 de septiembre de 1936, pues en esa fecha el informante Vicente Carballo, que debía haberse incorporado antes al servicio militar y no pudo hacerlo por enfermedad, estuvo cinco días en el hospital de Ciudad Rodrigo y allí coincidió con Manuel “de tio Clico”, que también estaba enfermo. Precisamente allí, los enemigos de Manuel solicitaban apoyos al mencionado informante para su eliminación, a lo que Vicente se negó (CdF 2008).

 

Quirico Bermejo Escamochero (a) “tio Clico” (nat. Villamiel, Cáceres), hijo de Ramón y Ladislaa, jornalero, aunque sembraba una huerta, con la cual habría alimentado a varios hijos que tenía con su esposa Julia Hernández, tres al menos registrados en el libro de bautismos (Archivo diocesano CR). Fue asesinado como su hijo Manuel, pero quizá después de éste y en una detención sangrienta en fecha indeterminada (CdF 2008 y 2009). La detención se habría producido con el engaño habitual en estos casos, solicitando su entrega “porque no le pasaría nada”.

 

Los testimonios orales y escritos hablan de una decena larga de casillanos ejecutados extrajudiciales, con total impunidad de los victimarios, pero de momento solamente se han obtenido datos incompletos sobre algunas de estas presumibles víctimas. En su eliminación habrían participado falangistas de Casillas de Flores, que también actuaron en los asesinatos cometidos en Fuenteguinaldo y en los conatos de Navasfrías. Según rumores, había una copiosa “lista” de elegidos para el sacrificio, que habría aligerado un sargento de la Guardia Civil, por estar casado con una mujer de Casillas y ver en el listado el nombre de un cuñado. Otros se librarían en el viaje macabro porque “las fuerzas” los habrían dejado escapar o, con más probabilidad, los detenidos saldrían con vida del juego de la muerte (“caza del conejo”), que, desde el mes de agosto de 1936, los noveles “falangistas” practicaban en la aplicación criminal de la “Ley de fugas”. Y finalmente, algunos afortunados se salvaron de milagro o por influjo de derechistas pudientes.

 

Entre los de la “lista” figuraba el padre del informante Emilio Hernández (de ocho años entonces), Francisco Hernández, a quien un tal “Gallina” (que se menciona en otras detenciones) “le metió la escopeta en la boca”. Después tuvo que esconderse cerca de la frontera portuguesa con un hermano suyo, llamado Ángel, y dos primos. Emilio les llevaba la comida. Esto sucedió después de que gente amiga condujera en un carro de vacas a la madre y otros tres hijos (el mayor enfermo de meningitis) a las Cuestas de Alberguería de Argañán, adonde todavía fueron a buscar al padre, “cuando estaban trillando”, pero el dueño de la finca se interpuso. Esta persona perseguida acabó de pastor del conde de Montarco (CdF 2006).

 

Muchas dudas han generado los nombres de José Bernal y José Martín. Según unos informantes, José Bernal desapareció y su madre preguntaba por él, hasta que un vecino (G.) le dijo: “No lo busques más, porque lo maté yo” (CdF 2006). Otro informante pone en duda que muriera e incluso llega a afirmar que “era político, pero no lo mataron” y se casó dos veces (CdF 2007-2008,  Iglesias 2009a). No puede excluirse la homonimia parcial o alguna otra circunstancia que lleve a confundir personas. En efecto, otros informantes mencionan a José Martín entre las víctimas mortales del pueblo: “(…) el hijo de una tal María “la Casquella”, la cual insultaba a todos [los represores] porque le habían llevado un hijo” (CdF 2009). Cabe la posibilidad de que los dos apellidos divergentes se refieran a la misma persona: José Bernal Martín, hijo de Valentín y Adelaida, nacido en Casillas de Flores el de 22 de febrero de 1896 y bautizado el 26 siguiente (ADCR).

 

Dudas parecidas envuelven el destino de dos hijos de Felipe Rastrero y Rosalía González: Manuel y José Rastrero González. Según el informante Vicente Carballo, estos hermanos fueron víctimas de una ejecución fallida por falangistas casillanos:

 

“Los sacaron los falangistas (…) y los quedaron como si los hubieran matado. [Manuel y José] consiguieron escapar al monte, donde otro hermano, Jesús, iba con las cabras. José tenía que incorporarse al ejército, y el abuelo, que, a diferencia del padre, era de derechas, medió y se pudo incorporar en Salamanca, no sin encontrarse con un guardia de Casillas (…), que era un cabrón. Estuvo en la guerra y después se apuntó en la División Azul, por miedo de que lo mataran los falangistas, pero hubo otros 18 ó 20 de Casillas que estuvieron en esa División, algunos buscando la vida, e hicieron carrera militar. José Rastrero estuvo después en Francia, pero no tuvo suerte, murió allí, sin que se sepa la causa. Manuel Rastrero, al parecer, estaba en Francia antes del Movimiento” (CdF 2008).

 

Algunas de estas y otras dudas similares se habrían resuelto con una simple consulta del archivo municipal de Casillas de Flores, lo que en su momento no se pudo efectuar a satisfacción, porque era de los que “no estaban catalogados”. Los herederos de la tradición local todavía están a tiempo de procurar otras informaciones, incluidas las referidas a las “víctimas indirectas” de la represión, entre las que se han identificado tres fallecidos:

 

Tomasa Mateos Hernández, muerta en desamparo y por depresión (22/11/38), al estar su marido en el frente de guerra franquista y su madre en la cárcel (C. 1309/38)

Manuel García Peña, muerto en el campo de concentración de Mauthausen (12/02/41) (MCU)

Manuel Álvarez Moreiro, de 17 años, hijo de Antonio F. Álvarez, jornalero. Falleció en extrañas circunstancias relacionadas con la tenencia de armas (29/03/48). Su cadáver apareció en el campo y presentaba herida de arma de fuego.  Oficialmente el hecho fue calificado de “suicidio”, pero a sus familiares no les convenció esta versión, por considerarla inverosímil (CdF 2009).

 

Además de la represión sangrienta, en Casillas de Flores hubo afectados por otras modalidades represivas:

-11 presos o detenidos

- 4 depurados (2 maestras y 2 militares, uno de estos también preso)

- 9 sancionados con multas (5 de ellos también presos).

 

lun

05

mar

2018

Asociaciones Memorialistas

Valoración de las asociaciones memorialistas regionales sobre el Proyecto de Decreto de la Memoria Histórica y Democrática de Castilla y León.

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mié

28

feb

2018

Rodolfo Martin Villa

Ante la visita a Segovia de Rodolfo Martín Villa y su presencia en actos del 35 aniversario del Estatuto de Autonomía de CyL

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sáb

31

dic

2016

Croniquillas del verano y otoño sangriento de 1936. Balance provisional de las víctimas afectadas por la represión franquista entre 1936 y 1948 en las localidad

Estas croniquillas, conforme a lo previsto a mediados de julio pasado, tocan a su fin. Es de justicia agradecer a los medios de comunicación digital que las han publicado y a los lectores que las han seguido y, de una u otra manera, han respondido al objetivo buscado. Como se recordará, se ofrecían  como un complemento de información necesaria de La represión franquista en el sudoeste de Salamanca (1936-1948), libro presentado el pasado 23 de julio y en seguida agotado. Y se esperaba que constituyeran un estímulo para que los eventuales lectores se animaran a librar testimonios o comentarios que ayudaran a mejorar el conocimiento de aquellos sucesos de la historia de España, nada ejemplares, que, por ello y presumiblemente con la mejor intención, mucha gente quisiera dejar en la opacidad oficial, nada inocua (por parte de quienes la han fomentado), en la que han permanecido casi hasta ahora.

 

 

El balance, de un modo global, es bastante satisfactorio en lo que atañe al seguimiento, así como a la respuesta de los lectores, sobre todo para aquello que era prioritario en la implantación del Nuevo Estado, antirrepublicano y basado en la violencia; un estado policial y autoritario casi inamovible mientras vivió “el Caudillo” (autoproclamado Regente y promotor del futuro rey de España en 1947). En la memoria familiar y colectiva, al cabo de ochenta años y cuando ya escasea la memoria personal de los testigos directos, perdura el recuerdo del terror de aquel verano y otoño sangriento; en menor medida otras facetas de la represión perpetuada después. La secuela más palpable del calado de aquella represión es el miedo que, casi medio siglo después de la muerte de Franco, reconocen bastantes informantes para hablar en público de lo que saben unos y otros en sus propios domicilios (“mi madre no quiere que se hable de esto”), incluido el recelo ante revanchas de presuntos tardo-franquistas (“soy autónomo y dependo del trabajo que me encarguen”). Es una actitud timorata comparable al de aquellas autoridades municipales que pretenden  justificar su escasa para retirar los nombres y signos de exaltación del franquismo, ilegales, en sus municipios (“recibimos amenazas de los otros concejales”). Son formas de autocensura o sirven de livianas excusas que, en cierto modo, hacen eco al clamoroso silencio de algunos medios de comunicación que dejan entrever el plumero al no informar sobre homenajes a las víctimas o sobre los trabajos  de memoria histórica, a no ser cuando pretenden difamarlos. En general, el pertinaz silencio de ese tipo de informantes se ablanda en el ámbito privado.  

Además de las eliminaciones físicas por la vía judicial (ejecuciones por sentencia de consejos de guerra) o extrajudicial (detenciones sangrientas, sacas domiciliarias o carcelarias), los informantes actuales, sobre todo a nivel local y aunque de un modo algo confuso, conocen detalles relativos a las circunstancias de las detenciones y ejecuciones extrajudiciales, así como la identidad de los responsables y ejecutores. Otro tanto cabe decir de la represión carcelaria y de sus víctimas. Las depuraciones y las sanciones económicas, salvo contados casos, las recuerdan solo los familiares de las víctimas perseguidas. Quizá resulte superfluo añadir que, si bien las croniquillas se centraban en la represión sangrienta de 1936, ésta se prosiguió después, así como las otras modalidades represivas se practicaron entonces y después. Así que no vendría a cuento desperdiciar la información recibida o adquirida sobre los castigos incruentos.

Como fruto de la colaboración solicitada, cotejada con la documentación de archivo, se ha identificado más de medio centenar de personas afectadas en este territorio que no lo habían sido en el mes de abril de 2016. Entonces el total ascendía a 913 afectados entre naturales, vecinos y represaliados en la zona estudiada (antiguo y nuevo partido judicial de Ciudad Rodrigo). Hoy ascienden a 971. Por supuesto, los actos de represión (1.117) son más numerosos que el de represaliados, pues con frecuencia éstos fueron castigados por partida doble o triple. 

A pesar de los avances conseguidos, a día de hoy todavía se está lejos de conocer todo el alcance de la represión franquista en la comarca de Ciudad Rodrigo y la Sierra, como sucede en otros territorios de lo que fue la retaguardia “nacional”. La inmensa documentación de archivo terminará por ser más accesible y librará los secretos de los injustos castigos administrados por la vía jurídico-militar y la gubernativa. Al contrario, la información oral será cada vez más frágil, más difícil de obtener y de analizar. Sin embargo no hay que darla por perdida antes de tiempo, precisamente porque por ese conducto cabe obtener indicios de la represión menos conocida o no reconocida en la historia académica, donde los estragos de la guerra a menudo se presentan como corolarios anodinos de la misma y se dejan de lado otras formas represivas y sus secuelas. Así sucede con toda la labor vejatoria, centrada especialmente contra las mujeres (con frecuencia injuriadas e incluso violadas) y los malos tratos; el hambre, el desamparo, la enfermedad y la muerte de padres, esposas y huérfanos; los exilios, no ya obligados para los combatientes republicanos que no se arriesgaron a caer prisioneros (muchos de ellos ejecutados), sino provocados en muchos individuos y familias enteras, por sentirse aislados en su lugar de origen dentro de una sociedad implicada en el castigo y en concreto bajo la presión permanente de los represores, incluidos a veces notorios victimarios.

Por esta razón, como apuntábamos en una charla del CEM  (“Acordaos de San Bartolomé”), cuya versión escrita se publicará en el próximo anuario de Carnaval (2017), no se puede dar por cerrada esta tarea cuando todavía apenas se ha aplicado la Ley de Memoria Histórica en este Comunidad Autónoma, donde, sin ir más  lejos, antropónimos, topónimos, efigies y símbolos franquistas pululan por doquier en el entorno de Ciudad Rodrigo. No sabemos en qué forma se proseguirá esta labor de información y de denuncia de crímenes franquistas contra la humanidad (imprescriptibles y, sin embargo, impunes en España), pero no será óbice la acusación de fomentar con ello el odio y el dolor, teoría a la que, a juzgar por lo que dejó entrever en el discurso de Navidad (con su alusión a los “viejos rencores” y “abrir heridas cerradas”), se apunta el jefe de Estado. En dicho artículo aludimos a la manida metáfora de las “heridas” que unos quieren “cerrar” y, por tanto, las consideran “abiertas” (los partidarios de la recuperación de la memoria histórica) y otros no quieren “abrir”, dándolas por “cerradas” (adversarios de la recuperación de la memoria histórica). Al parecer, el Rey de todos los españoles es de los que piensan como estos últimos, pero solo él sabrá qué ha hecho la Monarquía desde que, por herencia ejerce esa función, para cerrar esas “heridas” que la mencionada Ley de 2007, en la exposición de motivos, consideraba “todavía abiertas en los españoles”. El Rey opina, es un derecho que tiene (como todo el mundo), pero no se le reconocen poderes taumatúrgicos (como a sus antepasados franceses), ni el don de la infalibilidad (como el Papa para los católicos), ni el privilegio de no respetar las leyes (que están por encima de los reyes, salvo en las monarquías absolutas), incluida la que atañe a la memoria histórica. “Porque -en palabras del mismo Monarca-, el progreso, la modernización, el bienestar, requieren siempre de una convivencia democrática basada en el respeto a la Ley” (“Discurso íntegro de Felipe VI”, El País, 25/12/2016).

En suma, compartimos la opinión de que se respete y se aplique la Ley que proclama el derecho al conocimiento de las víctimas del franquismo y su reconocimiento como tales, así como el deber, por parte de las autoridades competentes, de suprimir cualquier símbolo o expresión pública de exaltación de la represión y los represores. Porque entendemos que la negación (el olvido) de las víctimas y la impunidad de los victimarios son las verdaderas lacras permanentes que arrastra la democracia española. Nuestras publicaciones recientes, el libro sobre la represión y las croniquillas tenían como objetivo básico contribuir a paliar las deficiencias comprobadas en este territorio salmantino. Y como muestra se ofrece el siguiente listado que establece el inventario provisional de las 67 localidades que sufrieron alguna forma de represión franquista entre 1936 y 1948, con el susodicho total de personas afectadas (971) por actos represivos (1.117), desglosados por modalidades represivas, todo lo cual se expresa con la brevedad posible, lo que sin duda requiere alguna aclaración previa para su comprensión.

 

LISTADO DEL NÚMERO DE AFECTADOS Y DE ACTOS REPRESIVOS POR LOCALIDADES

   

Conforme a lo expuesto, este listado incluye las localidades que fueron afectadas por alguna modalidad de represión conocida (todos los municipios del antiguo y nuevo partido judicial de Ciudad Rodrigo, menos San Miguel de Robledo) y cuyas víctimas fueron naturales, vecinos o forasteros de paso por aquellas en el momento de los hechos. Estos forasteros pueden ser naturales o vecinos de otros pueblos del Partido, de otros territorios de la provincia de Salamanca o de otras provincias. Son circunstancias a tener en cuenta cuando se establezca el cómputo general por Provincias, Comunidades Autónomas o en todo el Estado. En todo caso, se ha tenido la precaución de no contarlos aquí más que una vez a los afectados, para lo cual se da prioridad a la vecindad en la localización de las víctimas, aunque eventualmente se ofrece alguna breve alusión a la naturaleza o carácter foráneo de las mismas.

El modelo de descripción por localidades se dispone en forma lineal, con el topónimo, el total de actos represivos y de afectados, la especificación de las modalidades habituales de represión conocida, mediante abreviaturas (mayúsculas) y las cantidades siempre con número arábigos: Topónimo. Total: VM; VC; VD; VS. Esto debe entenderse así:

Topónimo = localidad del entorno de Ciudad Rodrigo (incluida ésta) donde hubo afectados por la represión franquista entre 1936 y 1948.

Act. repr. = total de actos represivos aplicados a naturales, vecino o forasteros en la  localidad (se obtiene por la adición de las cantidades no incluidas en los paréntesis)

Afect. = total de personas afectadas naturales, vecinos o forasteros por actos represivos (se restan del total de actos represivos los que en los paréntesis se califica como redundantes, abreviatura “red.”)

VC = víctimas carcelarias

VD = víctimas de depuración

VM = víctimas mortales elegidas o indirectas (abreviatura “ind.”)

VS = víctimas  de sanción económica (multas, embargos, requisas)

(desc.) = descontados los afectados contabilizados en otra localidad

(ind.) = víctima mortales indirectas (no elegidas, pero alcanzadas por los efectos previsibles de la represión)

(red.) = acto represivo redundante (cuando la víctima ha sufrido más de una modalidad represiva)

 (vec.) = vecino o vecinos de otra localidad

 

Abusejo. Act. repr., 5; Afect., 5: VM, 0; VC, 3; VD, 1; VS, 1.

Agallas. Act. repr., 5; Afect., 5: VM, 2; VC, 2; VD, 1; VS, 0.

Alameda de Gardón (La). Act. repr., 10; Afect.,  6: VM, 0; VC, 5; VD, 3 (3 red); VS, 2 (1 red).

Alamedilla. Act. repr., 7; Afect., 5; VM, 0; VC, 2; VD, 3 (2 red.); VS, 2.

Alba de Yeltes. Act. repr., 1; Afect., 1: VM, 0; VC, 1; VD, 0; VS, 0.

Alberca (La). Act. repr., ¿40?; Afect.,¿40? : VM, 20 (3 forasteros, 1 ind.); VC, 13; VD, 2; VS, 1 + varios.

Alberguería de Argañán (La). Act. repr., 24; Afect.,  22: VM,  5 a 9; VC, 8; VD, 1 (red.); VS, 10 (2 red.).

Aldea del Obispo. Act. repr., 18; Afect.,  17: VM, 6 (3 ind.); VC, 11; VD, 1 (red.); VS, 0.

Aldehuela de Yeltes. Act. repr., 2; Afect.,  1: VM, 0; VC, 1; VD, 1 (red.); VS, 0.

Atalaya (La). Act. repr., 3; Afect.,  3: VM, 0; VC, 1; VD, 0; VS, 2.

Boada. Act. repr., 10; Afect., 10: VM, 2 (ind.); VC, 5; VD, 1; VS, 2.

Boadilla. Act. repr., 1; Afect.,  1: VM, 1 (ind., desc. 4 vec. Robleda); VC, 0; VD, 0; VS, 0.

Bocacara. Act. repr., 3; Afect.,  2: VM, 0 (desc. 1 vec. Ciudad Rodrigo, 1 vec. Castillejo de Dos Casas, 3 vec. Fuente de San Esteban); VC, 2; VD, 0; VS, 1 (red.).

Bodón (El). Act. repr., 46; Afect., 42: VM, 24 (3 ind., 2 forasteros, desc. 1 vec. Martiago, 1 vec. Moraleja, 1 vec. Robleda); VC, 14; VD, 4 (2 red.); VS, 4 (2 red.).

Bouza (La). Act. repr., 3; Afect.,  2: VM, 0; VC, 2; VD, 1 (red.); VS, 0.

Cabaco (El). Act. repr., 1; Afect., 1: VM, 0 (desc. 3 vec. Alberca); VC, 1; VD, 0; VS, 0.

Cabrillas. Act. repr., 14; Afect.,  14: VM, 1; VC, 7; VD, 2; VS, 4.

Campillo de Azaba. Act. repr., 15; Afect., 9: VM, 0; VC, 5; VD, 3 (2 red.); VS, 7 (4 red.).

Carpio de Azaba. Act. repr., 16; Afect., 11: VM, 1 (forastero, desc. otros); VC, 7; VD, 5 (2 red.); VS, 3 (3 red.).

Casas del Conde (Las). Act. repr., 17; Afect.,  14: VM, 1; VC, 12; VD, 1 (red,); VS, 3 (2 red.).

Casillas de Flores. Act. repr., 39; Afect.,  33: VM, 12 (3 ind.); VC, 14; VD, 4 (1 red.); VS, 9 (5 red.).

Castillejo de Dos Casas. Act. repr., 4; Afect.,  3: VM, 1; VC, 2 ; VD, 0; VS, 1 (red.).

Castillejo de Martín Viejo. Act. repr., 5; Afect.,  5 (desc. 5 vec. Ciudad Rodrigo): VM, 4 (3 forasteros); VC, 1; VD, 0; VS, 0.

Cilleros de la Bastida. Act. repr., 2; Afect.,  2: VM, 0; VC, 2; VD, 0; VS, 0.

Ciudad Rodrigo. Act. repr., 203; Afect.,  189: VM, 73 (2 desconocidos, 3 ind., desc. 1 vec. Tenebrón, 1 vec. Agallas); VC, 95; VD, 25 (8 red.); VS, 10 (6 red.).

Dios le Guarde. Act. repr., 2; Afect., 2: VM, 0; VC, 0; VD, 0; VS, 2.

Encina (La). Act. repr., 3; Afect., 3: VM, 1 (ind., desc. 1 vec. Herguijuela); VC, 0; VD, 1; VS, 1.

Espeja. Act. repr., 40; Afect.,  31: VM, 1 ( ind.); VC, 25; VD, 7 (2 red.); VS, 7 (7 red.).

Fuente de San Esteban (La). Act. repr., 23; Afect., 19: VM, 6 (1 ind., desc. 1 vec. Bodón); VC, 3; VD, 3 (2 red.); VS, 11 (2 red.).

Fuenteguinaldo. Act. repr., 30; Afect., 29: VM, 17 (2 ind., 3 forasteros, desc. 1 vec. Ciudad Rodrigo); VC, 6; VD, 2 (1 red.); VS, 5.

Fuentes de Oñoro. Act. repr., 61; Afect., 37: VM, 1 (vec. Tejares); VC, 27; VD, 20 (17 red.; VS, 13 (7 red.).

Gallegos de Argañán. Act. repr., 11; Afect., 9: VM, 1 (desc. 1 vec. Ciudad Rodrigo); VC, 4; VD, 1 (red.); VS, 5 (1 red.).

Herguijuela de Ciudad Rodrigo (La). Act. repr., 1; Afect., 1: VM, 1; VC, 0; VD, 0; VS, 0.

Ituero de Azaba. Act. repr., 8; Afect.,  8: VM, 2 (ind.); VC, 4; VD, 0; VS, 2.

Maíllo (El). Act. repr., 1; Afect.,  1: VM, 0 (desc. 3 vec. Mogarraz); VC, 0; VD, 1; VS, 0.

Martiago. Act. repr., 12; Afect., 10: VM, 2 (1 ind.); VC, 7; VD, 1; VS, 2 (2 red.).

Martín de Yeltes. Act. repr., 4; Afect., 4: VM, 0 (desc. 2 vec. Bodón); VC, 1; VD, 1; VS, 2.

Mogarraz. Act. repr., 23; Afect.,  20: VM, 3; VC, 16; VD, 2 (2 red.); VS, 2 (1 red.).

Monforte de la Sierra. Act. repr., 1; Afect., 1: VM, 0; VC, 0; VD, 1; VS, 0.

Monsagro. Act. repr., 1; Afect.,  1: VM, 0; VC, 1; VD, 0; VS, 0.

Morasverdes. Act. repr., 4; Afect., 4: VM, 1 (ind.); VC, 3; VD, 0; VS, 0.

Muñoz. Act. repr., 9; Afect.,  8: VM, 0 (desc. 1 vec. Retortillo, 3 vec. Robleda); VC, 8; VD, 0; VS, 1 (red.).

Nava de Francia. Act. repr., 2; Afect., 2: VM, 0 (desc. 9 vec. Alberca); VC, 2; VD, 0; VS, 0.

Navasfrías. Act. repr., 23; Afect.,  20: VM, 10 (1 forastero, 7 ind,); VC, 7; VD, 4 (1 red.); VS, 2 (2 red.).

Pastores. Act. repr., 0; Afect., 0 (desc. 1 muerto vec. Ciudad Rodrigo y un preso vec. Fuentes Oñoro)

Payo (El). Act. repr., 9; Afect., 8: VM, 3 (1 forastero, 1 ind., desc. numerosos desconocidos forasteros); VC, 5; VD, 1 (red.); VS, 0.

Peñaparda. Act. repr., 63; Afect., 49: VM, 17 (5 forasteros, 2 ind.); VC, 32; VD, 3 (3 red.); VS, 11 (red.).

Puebla de Azaba. Act. repr., 16; Afect., 14: VM, 2; VC, 2; VD, 2 (2 red.); VS, 10.

Puebla de Yeltes. Act. repr., 5; Afect.,  5: VM, 1 (vec. Vecinos); VC, 3; VD, 1; VS, 0.

Puerto Seguro. Act. repr., 12; Afect., 12: VM, 5 (3 vec. Salamanca, 2 ind.); VC, 6; VD, 0; VS, 1.

Retortillo. Act. repr., 55; Afect., 55: VM, 5; VC, 46; VD, 1; VS, 3.

Robleda. Act. repr., 84; Afect., 74: VM, 39 (6 forasteros, 12 ind.); VC, 6; VD, 5 (4 red.); VS, 34 (6 red.).

Saelices el Chico. Act. repr., 21; Afect., 17: VM, 5; VC, 12; VD, 0; VS, 4 (red.).

Santa Olalla de Yeltes. Act. repr., 0; Afect., 0 (desc. 1 preso, vecino de Cabrillas).

Sahugo (El). Act. repr., 2; Afect., 2: VM, 0 (desc. 1 vec. Ciudad Rodrigo); VC, 0; VD, 0; VS, 2.

San Martín del Castañar. Act. repr., 5; Afect., 4: VM, 0; VC, 4; VD, 0; VS, 1 (red.).

Sancti-Spíritus. Act. repr., 13; Afect.,  11: VM, 0 (desc. 1 vec. Robleda); VC, 8; VD, 0; VS, 5 (2 red.).

Sepulcro-Hilario. Act. repr., 3; Afect., 3: VM, 0 (desc. 1 muerto vec. Fuente de San Esteban); VC, 1; VD, 2; VS, 0.

Serradilla del Arroyo. Act. repr., 7; Afect., 6: VM, 1 (ind., vec. Villares de la Reina); VC, 4; VD, 0; VS, 2 (1 red.).

Serradilla del Llano. Act. repr., 5; Afect., 5: VM, 1; VC, 2; VD, 0; VS, 2.

Sexmiro. Act. repr., 1; Afect., 1: VM, 0; VC, 0; VD, 0; VS, 1.

Tenebrón. Act. repr., 3; Afect., 3: VM, 1; VC, 0; VD, 0; VS, 2.

Villar de Argañán. Act. repr., 1; Afect., 1: VM, 0; VC, 1; VD, 0; VS, 0.

Villar de Ciervo. Act. repr., 39; Afect., 30: VM, 4 (1 forastero); VC, 25; VD, 1 (red.); VS, 9 (8 red.).

Villar de la Yegua. Act. repr., 2; Afect., 2: VM, 0 (desc. 1 vec. de Ciudad Rodrigo); VC, 2; VD, 0; VS, 0.

Villasrubias. Act. repr., 16; Afect., 14: VM, 1 (ind.); VC, 8; VD, 0; VS, 7 (2 red.)

Zamarra. Act. repr., 2; Afect., 2: VM, 0 (desc. 1 vec. Robleda, 1 vec. Ciudad Rodrigo); VC, 1; VD, 0; VS, 1.

 

Así pues, de acuerdo con la información manejada, de momento el total de afectados se distribuye así:

-localidades: 67

-acciones de represión: 1.117

-personas represaliadas: 971

-muertos: 284 (49 indirectas)

-presos: 498

-depurados: 119 (62 red.)

 

-sancionados: 214 (85 red.)

1 comentarios

dom

25

dic

2016

Croniquillas del verano y otoño sangriento de 1936: Sacas esporádicas o no contabilizadas (II): pueblos de la comarca de Ciudad Rodrigo Ángel Iglesias Ovejero

 

En las croniquillas hasta ahora presentadas, por olvido o falta de oportunidad, se han pasado por alto las víctimas mortales de tres o cuatro pueblos en lo que atañe a las que fueron elegidas directamente y cinco de los que cuentan con vecinos que sucumbieron indirectamente a consecuencia de la represión. Estas localidades se sitúan principalmente en los campos de Yeltes, Camaces y Agadones, en los que se daban los mismos contrastes sociales que en otros territorios del partido judicial antes del Alzamiento, las mismas reivindicaciones de los jornaleros en paro y sin tierras, pero el injusto castigo quizá sería menos intenso por razones concretas todavía mal conocidas. Cuando se disponga de más información se podrá aclarar si esta presunta limitación de la represión cruenta es o no un mero espejismo, porque las formas incruentas del terror también dejaron huellas en dichas localidades. Lo cierto es que las cinco víctimas mortales elegidas eran forasteras o naturales con residencia en Salamanca.

 

En Castillejo de Martín Viejo no se han registrado eliminaciones de vecinos o naturales, pero sí cadáveres de personas abandonados en su término y enterrados en su cementerio (croniquillas del pasado 6 de agosto): Cuatro cadáveres de vecinos de Ciudad Rodrigo, así como el de otro mirobrigense conocido por el apodo de el Confitero o el Cojo (croniquillas de los días  6 y 10 de  agosto), restos de Tres cadáveres hallados en la finca de Aldeanueva de Portanobis, que podrían ser de dos vecinos de Casillas de Flores y uno de Fuenteguinaldo, víctimas de la saca del 8 de octubre de 1936  (croniquilla del pasado 16 de julio), los cuales se contabilizan con los represaliados de las localidades en cuestión. En cambio, hay otros forasteros totalmente desconocidos, que provisionalmente se incluyen aquí (también mencionados en la croniquilla del pasado 6 de agosto). También se cuenta una mujer nacida en este pueblo y asesinada en Asturias:

Dos desconocidos hallados cadáveres el 24 de agosto de 1936 sobre el puente del río Águeda (Siega Verde)

Un Pastor desconocido, que, según testimonios, en fecha incierta de 1936 fue arrojado desde el mismo puente (E 2015)

Candelaria González Prieto, de 35 años, hija de Agustín e Isabel, vecina de Caborana (Asturias), aguadora, dirigente de la agrupación socialista local, viuda de Mariano Pérez Rodríguez.  Falleció en fecha incierta, entre noviembre de 1937 y febrero de 1938, víctima de una saca domiciliaria en el término de su lugar de residencia  (testimonio de su nieto Avelino Gómez Pérez, registrado en la ASMJ).

Incluidos los forasteros mencionados y excluidos los naturales contabilizados con vecinos de otras localidades, el número de afectados por la represión en este pueblo es de 5 personas:

-víctimas mortales: 4 (tres forasteros)

-víctimas carcelarias: 1 (vicepresidente de la Sociedad Obrera). 

 

En el término de Monforte de la Sierra se hallaron Tres cadáveres de forasteros, víctimas de alguna saca domiciliaria, que serían identificados como vecinos de Molinillo de la Sierra, un pueblo cercano que tuvo una represión muy intensa, incluido el casi exterminio de una familia de la que podría formar parte  alguno de los muertos mencionados a continuación. El cotejo de datos del Archivo Diocesano de Salamanca y de la ASMJ no permite resolver completamente el problema de la identificación. Según esta última fuente, alguno de ellos sería de los sacados en La Alberca el día 12 de agosto y enterrados en el cementerio de este pueblo, donde en el regato de Las Marquesas se hallaron tres cadáveres (uno de mujer) de personas entonces desconocidas y después identificadas (croniquilla del pasado 12 de agosto):

Santiago López, jornalero, casado con Sinforosa López Gómez. Falleció el 12 de agosto de 1936, víctima de una saca, en el regato de Las Marquesas, término de La Alberca (act. def. 13/08/36, ASMJ).

Santiago (a) el Perro, sin otros datos

Un hombre, que en la ASMJ se identifica con Santiago López.

Aparte de estas víctimas mortales forasteras (que en el cómputo general de la Provincia deben figurar con los represaliados de Molinillo de la Sierra), en este pueblo serrano la represión en general fue poco intensa:

-1 maestro depurado.

 

En Puebla de Yeltes se menciona una persona mayor nacida en este pueblo:

Romualdo de la Nava García, 76 años, hijo de Ángel y Catalina, vecino de Vecinos, labrador, viudo de Cipriana Hernández García. Falleció el 1 de enero de 1939, víctima de una saca en lugar desconocido (act. def. 24/09/1955, ASMJ).

En esta localidad se registra un total provisional de 5 personas afectadas (no se cuenta Elías González Rodríguez, vecino de Muñoz):

-víctimas mortales: 1

-víctimas carcelarias: 3

-depurados: 1  

 

En Serradilla del Llano hubo un joven socialista asesinado, natural de esta localidad:

Felícisimo Carreño de Anta, de 21 años, vecino de Aldealengua, estudiante, afiliado a las Juventudes Socialistas, soltero. Falleció el día 8 de agosto de 1936, vctima de una saca carcelaria en el término de Villares de la Reina (act. def. 11/08/36, ASMJ).    

 El total provisional de afectados en este pueblo es de 5 personas:

-víctimas mortales: 1

-víctimas carcelarias: 2

-sancionados económicos: 2

 

Las localidades donde se han comprobado víctimas mortales indirectas a causa de la represión (no mencionadas hasta ahora) son las siguientes:

 

Boada

Estanislao Díez Fernández, de 61 años, hijo de Andrés y Anita, vecino de Salamanca,  jornalero, casado con Santiaga Miguel Velasco, padre de tres hijos. Falleció el 22 de enero de 1938 en el hospital militar, a consecuencia de un bombardeo republicano (21/01/38) y fue enterrado en el cementerio de la ciudad (act. def. 25/01/38, ASMJ)

José Manuel Moro García, de 74 años, hijo de Francisco y Manuela, jornalero, casado, sin descendencia. Falleció el 6 de abril de 1940 en la prisión de Salamanca, donde había ingresado el 20 de junio de 1939  y cumplía condena impuesta en un consejo de guerra  (FCS).

Descontados los naturales represaliados avecindados en otros lugares (José Manuel Sánchez Sánchez en Robleda, Victorino García Calzada y Vidal Díez Álamo en Retortillo), el total provisional de afectados por la represión en este pueblo es de 10 personas:

-víctimas mortales: 2 (indirectas)

-víctimas carcelarias: 5

-depuraciones: 1

-sanciones económicas: 2.

 

Boadilla

Julián Serrano Domínguez, de 81 años, hijo de Julián y Eustaquia, jornalero, viudo. Falleció en la prisión de Ciudad Rodrigo (23/01/38), donde se hallaba a raíz de una detención posterior a un registro domiciliario, efectuado por la Guardia Civil (11/01/38) al mando de Matías Hernández Alejo, brigada jefe del puesto de Aldehuela de la Bóveda. Le hallaron un “cachorrillo viejo, envuelto en otros hierros viejos”. Por ello estuvo detenido primero en La  Fuente de San Esteban y después en la cárcel del Partido (13/01/38). Cuando lo citó el teniente instructor Esteban Bravo (juzgado militar nº 5 de Salamanca), el anciano Julián ya había muerto, de colapso cardíaco (P.prev.Boa/38, AHPS: 194/36; act. def. 24/01/38, ASMJ: de hecho tendría 78 años).

El total provisional de afectados en Boadilla, en el que no se incluyen los cuatro vecinos de Robleda enterrados en su cementerio (croniquillas del día 6 y 13 de agosto), se reduce a dicha persona:

-víctimas mortales: 1 (indirecta)

 

Morasverdes

Juana Hernández Estévez, de 55 años, de profesión sus labores, casada. Falleció de cáncer en la cara (08/03/39) en la cárcel de Salamanca, donde había ingresado en 1937 (López-Delgado 2001: 295; 2007: 171)

El total provisional de afectados en Morasverdes es de 4 personas:

-víctimas mortales: 1 (indirecta)

-víctimas carcelarias: 3.

 

Serradilla del Arroyo

Agustín Lázaro, de unos 15 años, pastor. Falleció por herida de arma de fuego el 19 de mayo de 1942, al disparársele accidentalmente una escopeta a un compañero de su edad, cuando estaban reunidos con otros dos que, como ellos, guardaban ovejas en el paraje de “El Guindo”. De hecho este accidente fue consecuencia del descontrol de armas, durante y a continuación de la guerra civil, como reconoció implícitamente la jurisdicción militar al procesar a Nemesio Hernández Lucas, padre del muchacho causante de la muerte, “por  tenencia ilícita de armas” (P.sum.608/42). Nemesio, para su descargo, explicó que la escopeta había sido regalada por un cuñado suyo, que era guardia civil, pero éste lo negó. En definitiva, Nemesio estuvo detenido, sin mayores consecuencias, pues el consejo de guerra (24/03/43) lo absolvió. Al parecer, en este asunto nadie volvió a interesarse por  Agustín Lázaro, tanto que ni siquiera se menciona su segundo apellido en las actuaciones procesales.

El total provisional de afectados en Morasverdes es de 6 personas:

-víctimas mortales: 1 (indirecta)

-víctimas carcelarias: 4

-sancionados: 2 (1 también preso).

 

Villasrubias

Laureano Amado Ramos, de 50 años, labrador, casado, padre del informante Calixto Amado Domínguez (V 2003). Después de perseguirlo en 1936, porque tenía una pistola, que guardaba de cuando estuvo emigrado en Francia y Argentina, y de imponerle una multa de 4.000 pesetas, como condición para respetarle la vida, los falangistas le siguieron propinando malos tratos, palizas terribles, como a Agustín Sánchez y a un tal Inocencio, lo cual le agravaría la enfermedad de la que vino a morir oficialmente, “bronconeumonía”, el 15 de febrero de 1938 (RCV, act. def., sec. 3, t. 12, f. 49rº, Iglesias 2008a).

El total provisional de afectados en Villasrubias asciende a 14 personas:

-víctimas mortales: 1 (indirecta)

-víctimas carcelarias: 8

-sancionados: 7 (muerto uno de ellos y otro también preso).

 

 

Para el total provisional de víctimas mortales registradas en los pueblos del antiguo partido judicial y de los pueblos serranos que hoy lo integran se remite al listado general de afectados por la represión franquista, previsto para los próximos días.

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mié

21

dic

2016

Croniquillas del verano y otoño sangriento de 1936: Sacas esporádicas o no contabilizadas (I): Ciudad Rodrigo. Total provisional de afectados por la represión e

Después de la saca carcelaria en la noche del 15 al 16 de diciembre (croniquilla de este día) no se han comprobado claramente otras de este tipo, aunque hubo excarcelaciones en Ciudad Rodrigo hasta finales del 1936, algunas de las cuales dejan margen para la duda (Iglesias, Represión franquista: 310). Sin embargo, antes de pensar en un balance sobre la represión sangrienta del verano y otoño de aquel año, dado que la encuesta en modo alguno puede darse por concluida, conviene echar un vistazo atrás, para comprobar los olvidos y casos esporádicos que afectan a vecinos y forasteros en Ciudad Rodrigo y su comarca. Son bastante numerosos y ello obliga a una descripción desdoblada entre los afectados de la cabecera y los del partido judicial.  

En Ciudad Rodrigo, hasta abril de 2016 se habían contabilizado 69 personas (no incluidas por nosotros con represaliados de otra localidad) entre naturales, vecinas  o forasteras represaliadas aquí, sin tener en cuenta los casos dudosos (Represión franquista: 576), a los cuales hay que añadir tres víctimas mortales indirectas. De estas últimas no se ha tratado en las croniquillas hasta ahora y entre las primeras se comprueba el olvido de algunas (el olvido más llamativo es el de Félix González Cabrera, presidente de la Sociedad Obrera). Esta deficiencia se corrige a continuación, aunque, aparte de la identificación nominal, las fuentes utilizadas ofrecen escasos datos. Por esta razón, ahora más si cabe que al principio, se espera que los eventuales lectores ofrezcan la información detallada que les parezca oportuna.

 

Victoriano Gómez Iglesias, jornalero, casado, padre de una hija. Según ésta fue fusilado. La ASMJ no ofrece otros datos de su expediente de huérfanos (AMRC, 10-3).

Félix González Cabrera, de 31 años, presidente de la STT (Viudas / Desaparecidos), casado, sin indicación de filiación, nombre de la esposa y eventual descendencia, domicilio y profesión. Había ingresado en la cárcel del partido judicial, como “detenido [militar]”, el 31 de julio de 1936, y salió el mismo día; reingresó el 1º de agosto de 1936 y fue excarcelado el 15 de septiembre de 1936 (Desaparecidos 1936), en una saca clandestina (descrita en la croniquilla del pasado 15 de septiembre). Falleció “en la dehesa de Aceñuelas de este término municipal [de Ciudad Rodrigo] el día de hoy [15 de septiembre de 1936] a las 5 horas y 30 minutos”, “a consecuencia de heridas producidas por arma de fuego”, y fue enterrado en el cementerio municipal de Ciudad Rodrigo (RCCR, act. def. 15/09/1936, “en virtud de oficio dirigido a este Registro Civil de fecha de hoy por el Cap. Instr. Marcelino Ibero”). Se menciona entre los responsables políticos y sindicales que asistieron a las reuniones del Ayuntamiento los días 18 y 19 de julio de 1936 (Ju.Sum.265/36: f. 18). Y según la certificación de una declaración del concejal Francisco Oliva Pastor (04/08/38) en el Procedimiento sumarísimo 84/37, Félix González fue destinatario de uno de los tres revólveres que el 19 de julio fueron entregados por el jefe la Policía Urbana, ninguno de los cuales sería usado.

[X] López Andrés, hijo de Celedonio López “el Barrendero” (asesinado el 12 de mayo de 1936). Fue víctima de una saca en fecha indeterminada de los primeros meses del Alzamiento y en lugar desconocido, según el expediente de su hermana Francisca (AMRC,  450). Datos incompletos en el listado de la ASMJ.

Juan Martín Prieto, de 54 años, natural de Fregeneda, hijo de  Raimundo y María, vecino de Ciudad Rodrigo, “viudo en primeras nupcias de Adoración (¿?) del Río, de cuyo matrimonio existen tres hijos (…), mayores de edad los primeros y menor el tercero, y casado en segundas nupcias con Aurora Prieto Rubio, de cuyo matrimonio no existe descendencia”. “Falleció en el término de San Felices de los Gallegos el día 10 de septiembre de 1936”, sin indicación de la causa y lugar de enterramiento (RCCR, act. def. 11/08/1939, según “expediente tramitado a instancia de Doña Aurora Prieto Rubio”). En la causa seguida contra Agustín Calzada, Jefe comarcal y local de Falange, Emeterio Martín García, agente del juzgado de 1ª instancia de Ciudad Rodrigo, declara que dicho jefe le pidió a Aurora Prieto Rubio 3.000 pesetas, para no matar a su marido, quien tres días después “desapareció”, según rumor público (02/07/38, C.2133/37 : f. 421).

Isidro Moro Francisco, de 32 años, hijo de Juan Antonio y Joaquina, jornalero, casado con María Morán Cepa, con quien tenía cuatro hijos. Falleció el 9 de setiembre de 1936 en San Felices de los Gallegos, víctima de una presumible saca (act. def. 27/04/1944 y 02/06/1957, ASMJ).

Juan José Román García, vecino de CR, casado con Asunción Benito, víctima de una saca en fecha indeterminada y lugar desconocido, según datos insuficientes de los expedientes de viudas y de huérfanos (AMCR, 458 y 10-3) recogidos en la base de datos de la ASMJ.

Ángel Sierro Díaz, vecino de CR, jornalero, casado con Salud Perancho, víctima de una saca el 16 de septiembre en lugar ignorados (expediente personal de su viuda, 460, AMRC). Datos incompletos en el listado de la ASMJ.

Francisco Soto Rico, vecino de CR, carpintero, casado con Esperanza Sánchez víctima de una saca el en fecha y lugar ignorados, aunque según el expediente de su viuda habría sido “condenado a muerte como elemento de izquierdas”  (AMRC, 460, y expediente de huérfanos, 10-3). Datos incompletos en el listado de la ASMJ.

 

El necrologio mirobrigense provisionalmente se completa con tres víctimas indirectas.

 

Victoriano Cabrera Hernández, de 24 años, hijo de Julián y Antonia, jornalero, soldado. Falleció a sus 28 años, de enfermedad contraída en la cárcel (31/08/41). Había sido procesado cuando servía en el  en Rgto. La Victoria, nº 28,  por efectuar un saludo “puño en alto”, dirigido al cabo José Moreiro Acosta, que le correspondió con una sonrisa (C. 875/37). Las explicaciones de Victoriano y de José no bastaron para evitarles, después de la detención en el Cuartel de Infantería (11/03/37), el procedimiento que pondría en evidencia su pasado izquierdista y los llevaría al Consejo de Guerra (23/06/37), en el que fueron condenados ambos a la pena de 12 años de prisión mayor y destino al Cuerpo de disciplina para los dos durante el tiempo de la condena. Los condenados ingresaron en la Prisión Provincial (02/09/37), procedentes del Cuartel de Infantería. La notificación (1944) de la conmutación de la pena de 12 años por la de 6 años y un día  nunca le llegaría a  Victoriano, pues había fallecido en Ciudad Rodrigo (31/08/41), donde la muerte quizá le sorprendería “en libertad condicional”, sin que conste la importancia que tuviera en este destino fatal su paso por los Talleres Penitenciarios de Alcalá de Henares un año antes (02/12/40), adonde había sido trasladado de la Prisión de Salamanca, según oficio de ésta (07/05/44).

Martina Iglesias Molinero, de 29 años, natural de Espeja, vecina de Ciudad Rodrigo Espeja, hija de Nicolás y Petra (vecinos de Espeja, ambos represaliados), ama de casa (“sus labores”), casada con Leonardo Ángel García González, madre de tres hijos menores. Oficialmente falleció de enfermedad (25/03/40) en la prisión de Saturrarán (C.1591/37), aunque también se ha especulado con la posibilidad de que fuera ejecutada. Este aspecto se evoca y su trágico destino, así como el ensañamiento de sus represores que después de muerta la sancionaron con 100 pts de multa aun siendo insolvente (AHPS: 414), se describe con cierto detalle en La represión franquista (Iglesias 2016b: 573-575). Pero aquí puede ser de interés pedagógico la descripción del proceso que se le siguió, porque ilustra bien el ambiente que se vivía en la retaguardia franquista dentro de aquel sistema represivo y policial en que se asentaba el estado franquista.

El 5 de agosto de 1937 Agustín Calzada Hernández, jefe local de Falange, denunció a su vecina Martina Iglesias por unos gritos subversivos presuntamente pronunciados unos días antes por un hijo suyo de corta edad (4 años), sin que ella se lo reprendiera. La denuncia le atribuía “ideas extremistas”, expresadas antes del Movimiento en mítines, manifestaciones y reuniones, particularmente con el intento de aviso a los obreros para que castigaran a los hermanos Domínguez, a raíz de la muerte del famoso “barrendero” (Iglesias, en Carnaval 2016: 385). Según el atestado instruido por José Boada Marcos, jefe de la Policía Gubernativa en Ciudad Rodrigo, esta denuncia se hacía eco de las acusaciones de varias vecinas de Martina en la calle del Rincón de la Pasión: Magdalena Blanco Regato, Felicidad Jiménez Cruz, Antonia Mederos Cañada y Antonia Jiménez Cruz; pero el mencionado responsable de la represión en la Ciudad tergiversaba los hechos evocados, ocultando la identidad de los agentes y pacientes, pero  sin olvidar de poner en el saldo negativo de Martina su escaso entusiasmo por el “triunfo de los Nacionales”, que a ella le parecía “dudoso”.

Aunque las vecinas mencionadas rivalizan en entusiasmo por acusar a Martina Iglesias, la más explícita es Magdalena Blanco. Para empezar, trae a colación una manifestación de júbilo de la denunciada por la muerte del general Sanjurjo, siendo además, a pesar de su analfabetismo, referencia informativa de alguna de las otras denunciantes, como Felicidad Jiménez. Esta última, esposa del mencionado jefe de Falange, cree saber por aquélla que Martina había confeccionado “banderas marxistas” para Espeja, pero también conoce, como testigo directo, la falta de entusiasmo de la misma por el éxito del Ejército nacionalista en la toma de Bilbao (19/06/37), así como los gritos subversivos del niño (Antonio García Iglesias) porque éste juega con uno de la declarante. La hermana de esta última, Antonia Jiménez Cruz, tratará de implicar en la tolerancia de dichos gritos al padre del niño, aunque el testimonio de un agente de Seguridad lo dejará fuera de sospecha.

Estas rencillas y comidillas entre vecinas y vecinos, que tendrán graves consecuencias para la denunciada, vienen a ser  una especie de cuento de nunca acabar, pues las declaraciones de unos acarrean las de otros, así como ratificaciones redundantes. Magdalena Blanco insiste en el desafecto de Martina por el Ejército, manifiesto desde la llegada de soldados de Salamanca, para proclamar el estado de guerra, circunstancia en que Martina incluso habría proferido amenazas contra quienes los aplaudían. Felicidad Jiménez describe un caso análogo con la llegada de soldados heridos en el frente de Brunete, sin que Martina respondiera a los gritos nacionalistas ni saludara “a la romana” (C.1591/37: f. 9). Los nuevos declarantes confirman en todo o en parte las acusaciones contra Martina: María Aranda Río sólo recuerda las frases sobre la muerte del general Sanjurjo; Faustina González Aranda está al corriente de todos los cargos, incluido el izquierdismo de Martina, visible en todas las manifestaciones y mítines; Teresa Domínguez García confirma el episodio de los hermanos Domínguez y el asunto de las banderas; pero las declaraciones de Valeriano Encinas no aparecen en la copia del expediente. Es muy desfavorable el informe del Sargento Jefe del Cuerpo de Seguridad, que por añadidura pone de relieve que Martina no dejaba descansar a un guardia, con “cantares que sólo son insultos para él”, como el guardia en cuestión, Ildefonso García, viene a confirmar más tarde, corroborado por otro agente, que con más o menos pertinencia recuerda que Martina antes del Movimiento era contertulia de la maestra Antonia García Martín, que también había sido detenida (Iglesias 2016: 541)

De la instrucción de la C.1591/37 en el juzgado militar nº 1 de los do que funcionaban en Ciudad Rodrigo se encargó Antonio Cordobés Pacheco, capitán de Infantería retirado, En las sucesivas declaraciones ante este juez militar, Martina Iglesias se limita a negar todos los cargos que se le imputan, contradiciendo algunos testimonios adversos, pero sin molestarse en dar muchas aclaraciones, aparte del caso de la “bandera roja”, sobre el cual ofrece una explicación coherente en la segunda declaración. Había sido un encargo de Nicolás Méndez Álvarez, un vecino de Espeja, para la Sociedad Obrera local, con el fin de que se estrenara el primero de mayo (f. 20vº). Dicho vecino de  Espeja a la sazón estaba preso en Salamanca, en relación con este asunto, así como Vicente José Juan, “elemento de la directiva” y hermano del presidente de dicha Sociedad, aunque la bandera  no había sido hallada en las pesquisas efectuadas por Guardia Civil al comienzo del Alzamiento, porque los sindicalistas la habrían quemado (f. 37). La confección corrió a cargo de una modista de la Colada, que Martina designa por el mote de “la Cubana”, siendo su verdadero nombre Aurelia Sánchez Álvarez, que, por ser natural de Fuenteguinaldo y llevar los mismos apellidos, cabe suponer que era hermana del alcalde republicano, Francisco Sánchez Álvarez, quien por esas fechas estaba procesado también. Esta modista corrobora la declaración de Martina, sin entrar en demasiados detalles, pero revelando que la bandera se destinaba a la “Sección de la Tierra del pueblo de Espeja”, inscripción que ella misma bordó, habiendo sido remunerada por ello (f. 24). Tampoco son muy pródigas en sus declaraciones las otras personas que la propia Martina menciona como testigos: Fernanda Romero Gomezcaro, Amalia Parra Regidor, María Martín Ramos y Ángeles Ortega Soler. Todas ellas muestran una gran discreción, conforme a una estrategia prevista para no dar motivo a nuevas preguntas capciosas. No saben o no han oído nada de lo que se cuenta de Martina, si bien la más notable por su falta de curiosidad es Ángeles Ortega, quien, refiriéndose a los sucesos del día 13 de mayo de 1936, afirma que, después de asomarse con sus hermanas al balcón al oír las campana del reloj y los gritos obreristas en la calle, lo cerró y se fue a descansar, sin enterarse de lo que pasaba, porque “con motivo de oír decir U.H.P. tomaron miedo” (f. 23).

Martina Iglesias Molinero tenía las ideas obreristas bien arraigadas, sin duda adquiridas en su casa natal de Espeja, de donde partió para servir en Ciudad Rodrigo a sus 14 ó 16 años, según el informe de la Guardia Civil (21/08/37). Éste señala que el padre, Nicolás Iglesias Vicente (a) “Puchana”, perteneció y fue vicepresidente de la sociedad de “La Tierra y Oficios Varios” y trabajó por el triunfo del Frente Popular, y su madre, Petra Molinero Sánchez, era “mujer habladora y provocativa”, asidua de actos y manifestaciones izquierdistas, y por ello ambos estaban detenidos en la cárcel de Salamanca. Pero los dichos atribuidos a Martina Iglesias, cuya veracidad era difícil de comprobar, no habrían pesado tanto en su destino a no ser por el asunto que realmente importaba en este expediente. De hecho, la hostilidad de sus convecinos remontaba al asunto de “la muerte del Barrendero” el 12 de mayo de 1936, más arriba evocada, que había obligado a los implicados a esconderse. Martina Iglesias había querido denunciarlos ante los compañeros de la víctima. En la instrucción del proceso los jueces e instructores militares, fieles al mecanismo que protegía la impunidad de los represores, no identifican a la víctima ni a sus agresores, pero en este caso ya se conocían de antes.

A Martina la detuvieron el 6 de agosto de 1937. Después del atestado, el juez ordenó su procesamiento, que terminaría en un Consejo de Guerra (Salamanca, 25/09/37), presidido por Federico Acosta Roldán, coronel de Infantería. La condenaron a 20 años y un día de prisión por “adhesión a la rebelión”. En seguida fue devuelta a la cárcel de Ciudad Rodrigo, donde había estado detenida durante el proceso. Por estar embarazada, ingresó en la Casa de Maternidad (16/01/38) hasta dar a luz a una niña (16/03/38), después devuelta a su cautiverio (31/03/38). Sus avatares carcelarios terminaron en Saturrarán (Guipúzcoa). Nunca le llegaría allí la notificación de que la pena inicial le había sido conmutada por 12 años de prisión (12/02/44), pues estaba muerta desde hacía casi cuatro años, según un oficio del centro penitenciario: “falleció en la enfermería de dicha prisión el 25 de marzo de 1940”. Pero, como se apuntó al principio, la veracidad de tal aserto está en tela de juicio.

Amador Moreno Matilla, de 25 años, natural de Ciudad Rodrigo, vecino de Salamanca, peluquero. Falleció de enfermedad (31/03/42) en la cárcel provincial, donde había ingresado en 1941 (López-Delgado 2007: 176).

 

El total provisional de personas afectadas por la represión cruenta y otras modalidades en Ciudad Rodrigo (naturales, vecinos o forasteros represaliados en esta localidad no contabilizados en otros listados locales) asciende a 188:

-víctimas mortales: 72 (tres de ellas indirectas)

-víctimas carcelarias: 95

-víctimas de la depuración: 25 (dos de ellas asesinadas y 6 también presas)

-sancionadas: 10 (una víctima muerta y 5 también presas).

 

En Ciudad Rodrigo, como en las otras localidades, existe una represión ignorada o no reconocida, que es una inmensa y dificultosa labor que está por hacer, aunque se tienen algunos indicios que se pueden exponer aparte. 

 

 

 

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nota de prensa sobre el acto de P.R.O.H.E.M.I.O. ante el monolito de Robleda 2014
Homenaje Robleda 14 de agosto 2014.pdf
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Por fin en la mañana de ayer pudimos dar una sepultura digna a mi tío José Prieto Martín, cuyos restos yacían al lado de una carretera desde su vil asesinato en el verano de 1936.

Ha sido un acto emotivo, lleno de dolor en las caras de sus hijos pero a la vez con la esperanza de futuro en los mensajes de sus bisnietos quienes por fin están conociendo la verdad y pueden hablar claro sin miedo a las represalias que han sufrido las generaciones anteriores, víctimas del franquismo y de un estado que aún a día de hoy se niega a reconocer estos crímenes, a pedir perdón y a recuperar la dignidad de tantas personas, tantos familiares nuestros, cuyos restos y recuerdos siguen estando enterrados en una fosa común.

Mi agradecimiento para todos los que desde diferentes ámbitos hacen posible este trabajo de recuperación.

Susana L.

 

Víctimas castellanas en los Campos Nazis

Hoy presentamos un trabajo acerca de los castellanos en los campos de concentración nazis. Es el producto de la colaboración de varios compañeros pertenecientes a los Foros por la Memoria: Juan Carlos García Funes, del Foro por la Memoria de Segovia; Eduardo Martín, del Foro por la Memoria de Zamora; Susana Luengo, del Foro por la Memoria de Castilla y León, y de Orosia Castán, perteneciente al mismo Foro. Se trata de ofrecer una visión lo más amplia posible acerca de hechos ocurridos en nuestra Comunidad, para lo que los autores han investigado lo sucedido en su provincia, ofreciendo un todo para su mejor comprensión.

Saludamos esta iniciativa y esperamos que se convierta una colaboración constante que enriquece nuestra página, abriendo el horizonte a más y mejores informaciones

 

 

Escalera de Mauthausen
 

 

http://www.represionfranquistavalladolid.org/?Vitimas-castellanas-en-los-Campos

 

La represión franquista dejó 200 muertos en Ciudad Rodrigo

Ciudad Rodrigo fue una de las zonas más represaliadas por el bando nacional en la provincia

 

http://www.lacronicadesalamanca.com/la-represion-franquista-dejo-200-muertos-en-ciudad-rodrigo/

 

Ciudad Rodrigo fue una de las zonas más represaliadas por el bando nacional nada más producirse el levantamiento contra la República, en 1936. El historiador y nieto de un represaliado en la comarca mirobrigense, Ángel de Miguel, calcula que unas 200 personas fueron asesinadas en los ‘paseos’ organizados por carabineros, guardias civiles y falangistas sin consejos de guerra ni diligencias previas de por medio.

Muchas víctimas siguen enterradas en fincas de la comarca, a la espera de que las investigaciones y la disponibilidad de fondos permitan localizar sus restos y poder darles una sepultura digna.

Además de las aproximadamente 200 personas asesinadas desde que produjo el levantamiento, en julio y hasta mediados de diciembre de 1936, hay un millar más de salmantinos que sufrieron otro tipo de represalias de carácter económico (fueron expoliados) o encarcelados, pero sólo son datos provisionales, “porque cada día que estudiamos surge alguna novedad”, explica De Miguel, que este sábado ha contado sus investigaciones en un acto organizado en la biblioteca del Palacio del Arzobispo Fonseca, en el marco de las actividades del décimo aniversario de Salamanca Memoria y Justicia.

Hay que leer esta página de la historia para superarla y aprender

Hubo depuraciones, penas de prisión y castigos económicos fruto de la delación entre vecinos por rencillas o envidias, rencor e incluso algunos que creyendo que cumplían la nueva ley denunciando al vecino sin otra intención. “Es imposible cerrar la herida porque sigue abierta. No hay rencor, pero sí ilusión por que se sepa qué ha pasado, que se ha sufrido y que eso no ha sido gratis. La gente que ha sufrido quiere que se reconozca su sufrimiento y que ese dolor ha servido para algo”, señala el historiador salmantino.

Familias destrozadas

“Muchas familias fueron brutalmente trastocadas porque perdieron al padre, la madre o al hermano, pero también sus bienes fueron expoliados y quedaron marcados durante decenios como que eran hijos de los rojos y los otros no, y las relaciones eran tensas”, comenta De Miguel.

Pese a que muchos se empeñan en que no se sigan investigando los crímenes del franquismo, el historiador salmantino explica que “hay que leer esta página de la historia para superarla y aprender. La memoria no es un mero recuento de cosas, sino el acerbo cultural que nos permite formar nuestra personalidad y proyectar nuestro futuro”, relata.

Los investigadores que buscan las fosas comunes se están encontrando, además de con la incomprensión de la parte más reaccionaria de los opositores a que se conozcan esos crímenes, con las trabas que ponen algunos propietarios de las fincas donde se cree que están esas fosas comunes y la falta de medios para iniciar las excavaciones y, cuando se encuentran restos mortales, realizar las pruebas de ADN.

Restos recuperados

Entre los 200 asesinados en la comarca de Ciudad Rodrigo ya se han recuperado los cuerpos de los vecinos del Bodón (sus restos estaban en la finca Las Medinillas, junto a Bañobárez) y los de Fuenteguinaldo, que fueron asesinados al lado del monasterio de La Caridad, en Ciudad Rodrigo.

También hay vecinos recuperados en Robleda y los restos de los últimos nueve ciudadanos asesinados en grupo en la finca de Ravida, en diciembre del 36, “pero que fueron desenterrados y no sabemos dónde los llevaron de nuevo”.

 

YAGÜE, EL CID DEL SIGLO XX

 

por Luis Castro Berrojo

 

 

Yagüe, el que inicia el Movimiento el 17 de julio en Ceuta, donde no hay resistencia, pero sí los primeros asesinatos de civiles y militares leales al gobierno legítimo; el que avanza hasta Maqueda, a un paso de Madrid, al frente de la Columna de la Muerte, dejando simas de sangre popular a su paso; el impulsor de Franco a la dictadura vitalicia; el pionero de la Guerra Relámpago, luego desarrollada por Hitler en toda su extensión; el que por un día cambia el nombre de la plaza de Cataluña por la del Ejército Español; Yagüe, primer ministro del Aire, de la aviación “del imperio que llega”, como él decía, pero sin aviones. (Se los quiso pedir a su amigo Goering, pero este los estaba acopiando para atacar a Polonia y a Rusia, plagadas de morlocks granates y judíos aplastables); Yagüe, que sin duda hubiera luchado con el III Reich, al lado de su camarada Muñoz Grandes, si no hubiera sido por los achaques y sufrimientos por la patria de Franco.El general Yagüe, marqués de San Leonardo de Yagüe, con varias cruces militares, una de ellas por su acción en Asturias en 1934, donde sus legionarios ensayaron con los mineros la vesánica represión que luego sería habitual en la guerra; Palma de Plata de Falange; hijo predilecto de Burgos, Soria, Oviedo, Badajoz, etc.; Gran Cruz del Águila alemana potenzada con cuatro diminutas esvásticas; medalla al trabajo y de sufrimientos por la patria, etc. Yagüe, consejero nacional, capitán general y virrey de Burgos en una década que no dudamos en calificar de ominosa (1943-1952); aniquilador del maquis en 1944; Yagüe, “el que tantas cosas hizo por Burgos”. Hizo un hospital, pues ya se sabe que la guerra causa muchos heridos y también sabemos que Dios nos da la enfermedad y su remedio. A veces, como es el caso, en la misma persona. Hizo también la barriada de su nombre, de casas “ultrabaratas”, cerca de la abarrotada cárcel y bien lejos del centro, no fuera a ser que los obreros quisieran codearse en el Espolón con las distinguidas señoritas de la Sección Femenina o los alféreces de reenganche. He hizo, eso sí, la gran metrópolis militar, el West Point celtibérico, con su Academia de Ingenieros, su Ciudad Deportiva militar –estrangulando el acceso de Gamonal a Fuentes Blancas– el nuevo edificio del Gobierno Militar, la Residencia de Oficiales, la 2ª fase de la barriada militar, el cuartel de Tropas de Sanidad, la ampliación del aeródromo y de los viejos cuarteles de Calzadas, etc, etc., todo ello en buena medida a costa de las arcas municipales, que luego no tenían dinero para pavimentar las calles, sanear barrios o atender el hambre y las enfermedades reinantes en las barriadas periféricas. Pero por Burgos y hacia el imperio. FrancoYague-detallec4.jpgSe dice que un Franco agonizante mandaba llamar a Yagüe para que fuera a detener la Marcha Verde en las provincias del Sahara español. Aznar, retorcido donde los haya, envió a Ceuta como gobernador militar a Juan Yagüe (hijo) tras la crisis del Perejil, con más barcos y tropas para advertencia del rey moro. Yagüe, el general falangista, conspirador de pacotilla, aún ganaba batallas post mortem, como el Cid. Por eso aún se quiere homenajear su memoria, como si estuviéramos bajo el cuarentañismo. O en la Edad Media. Oh, Burgos, por qué no olvidar eso.

 

Luis Castro Berrojo

Y sin embargo ........

Estamos en un momento de indignación social,  desencanto, hastío y desesperanza en el que siguen repuntando los casos de corrupción política y desprestigio de la clase en el poder. Se está produciendo la aniquilación sistemática y definitiva de los derechos ciudadanos, se trata de un retroceso sin precedentes en todos los ámbitos: el trabajo, la sanidad, la educación la libre expresión, y todo ello por la vía legal. Reina el silencio y sin embargo el malestar es latente.

 

En esta falsa democracia que se desmorona ante nuestra impasibilidad, convivimos con el dolor. Ese dolor de hacer malabares con una nómina exigua para conseguir pagar las facturas y llegar a fin de mes, ese malestar de seguir visitando periódicamente la oficina de empleo, esa desidia y ese cansancio de ver día tras día y cada vez más patentes los símbolos de un régimen, que ya debería haberse marchado.


Y sin embargo, ese antiguo régimen con olor a naftalina sigue instalado en nuestro gobierno, desde la figura del jefe de estado, el partido en el gobierno, la oposición, todo dentro de un juego perfectamente orquestado para transmitir una ficticia apariencia de democracia. Nuestra democracia real murió asesinada y ultrajada. Nuestra democracia real fue enterrada en una fosa común y descansa a varios metros bajo la losa que suponen nuestra constitución y los pactos de la transición, bajo las mareas ciudadanas que de forma descoordinada ahora caminan sobre ella.


Esa democracia que nos fue arrebatada debe ser rescatada, honrada y resarcida y es sólo sobre esa democracia que podremos construir las bases fuertes de la República que nos merecemos aquellos que tenemos sangre roja corriendo por las venas.

Susana Luengo

Que rompan la Jesa Arriba - con muchísimu saleru

Para que asina los ricos - no puean crial becerros.

El que quiera ver moril - a to los ricos de usía

No tieni más que decil: ¿Que rompan la Jesa Arriba!

Que rompan la Jesa Arriba - que dejin el Gamonal,

Que lo rompa Martin Mochu - con el Moru Criminal.

Que rompan la Jesa Arriba - que rompan la Jesa Abaju,

que el que tieni vacas, vendi - y el que no se quea mirandu.

Que rompan la Jesa Abaju - que rompan la Jesa Arriba,

Que el que tieni vacas, vendi - y el que no tiene, las mira.

Quiera Dios que en algún día - la tortilla se regüelva,

Que los probis coman pan - y los ricus coman hierba.

Si quieris vel moril - a to los ricus de cuaju,

No tienis más que decil: ¿Que rompan la Jesa Abaju!

Que rompan la Jesa Abaju, - las Maribañas y el cuentu,

Verás a todus los ricus - morilsi de aburrimientu.

Y si quieris vel moril - a los ricus de la Plaza,

No tienis más que decil: ¿Que rompan las Maribañas!

Y si quieris vel moril - a los ricus de la Iglesia,

No tienis más que decil: ¿Que rompan las dos edesas!

Andan idiendu los ricus - que no quierin a los probis,

Sembraremus esus cachus - aunque se sigan remolis.

Empiezan en Navalengua, - terminan en el Pocitu,

Las quisierun roturás - y ahora las siembran los ricus.

Rompierun la Jesa Abaju - roturarun la de Arriba,

Ningún ricu se murió - ni de probi, ni de envidia.

Que rompan la Jesa Abaju, - que dejin el Gamonal,

Pa que lo rompa Martín - con el Moru Criminal.

Que rompan la Jesa Abaju, - que dejin el Majadal,

Pa que lo rompa Juanitu - con la Roja y la Salá.

 

Copla tradicional robleana, procedente de la época en que se procedió a la roturación de las dehesas en Robleda para hacer efectiva la Reforma Agraria Republicana.

 

Referencia bibliográfica

 

IGLESIAS OVEJERO, Ángel, "El folclore fue historia vivida: Que rompan la Jesa Arriba", Cahiers du P.R.O.H.E.M.I.O. nº11, Presses Université d'Orleans 2009, pp. 555-556

 

EL FANDANGU DE ROBLEA "QUE ROMPAN LA JESA ARRIBA, QUE ROMPAN LA JESA ABAJO"
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